16 marzo 2008

EL ISLAM II. LOS BEDUINOS


El patriarca Abraham creyó en la Promesa de aquel Di_s que le había hablado y saliendo de Ur atravesó desiertos de arena y desiertos de sueños.
También desiertos de dudas.
En uno de esos días, un pensamiento le atormentó: ¿Y si la promesa de Adonai requería de su humilde intervención? ¿Y si el ansiado descendiente hubiera de venirle de su unión con su sierva Agar? Al final, si ésta alumbraba la criatura concebida en las rodillas de Sarah, su legítima esposa, ésta sería la verdadera madre, acogiéndose a la ancestral costumbre de las adopciones.
De esa unión nació una criatura, Ismael, que, aunque no era el Hijo prometido por Dios, el Señor en su misericordia jamás le ocultó su rostro.
Por descendientes de Ismael se tienen los habitantes de los desiertos árabes, los beduinos. Eran gentes hospitalarias con extranjeros pero extremadamente violentos entre sí, duros y huidizos como las arenas pisoteadas de sus camellos, independientes y vagabundos Se les llamó ismaelitas.

1 comentario:

MAR dijo...

He visitado tus páginas sobre la Teocracia. No sési te interesará mi opinión, pero quizá sí, de modo que te la voy a expresar.
Verás, yo de Dios he aprendido que es amor, que creó todas las cosas y que a los hombres nos dio el rgalo más grande: la libertad. También puso en nuestras manos la creación para que la cuidemos. Sobre su voluntad, como mucho, podemos tener intuiciones y vislumbrarlas a la luz de las revelaciones que nuestras religiones nos han transmitido. Nada más. Así, cuando alguien me habla en nombre de Dios se me dispara inmediatamente la más profunda desconfianza y la más absoluta frialdad hacia el portavoz. quizá, sin saberlo, sigo el segundo de los mandamientos (ahora mismo no sé si el mundo musulmán los sigue) aquel de "No tomarás el nombre de Dios en vano". Pienso que el gobierno de nuestras vidas está en nuestras manos y que debemos obrar conforme a aquella vieja regla de "No hacer a otro lo que no queramos que no hagan" (Y en positivo. Haz a otro aquello que querrias que hicieran por ti). ¿Sencillo? Sí. Cualquier maestro sabe que las normas han de ser pocas y simples, pero constantes. Igualmente creo que el gobierno de nuestras naciones ha de estar en manos de hombres que gobiernen como hombres, no como emisarios de ninguna voluntad divina. Prefiero la corrupción a la tiranía, más que nada por que la primera se cura (o al menos se sacia) la segunda llega a ser una verdadera adicción, como el alcohol o las drogas.