Hay veces que las orillas son
lo poco que queda del cariño de los ríos.
Cierta vez contemplé una orilla
que un río abandonó,
con su corazón roto de arena y de piedra.
puede a veces exánime quedar,
como una orilla solo.
Y las conchas,
como las gaviotas, como el aire,
son a veces, también, acaso lo que queda
de la casa que tanto amaron siempre:
en ellas canta el mar, a solas, sus canciones.
Así, entre las amorosas conchas de su corazón,
canta el hombre su juventud perdida.
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