30 marzo 2008

RELATO V: SU SONRISA CONGELADA ME INCITABA A BESARLA


Su sonrisa congelada me incitaba a besarla...Le tomé la mano, entre las tazas de café ya vacías.


La tarde era un remanso de sol y de luz.

- No te voy a comprometer. -Me explicó atropelladamente- Tu nombre no saldrá a relucir.

Yo la miré.

Habría querido acercar mi silla a la suya, levantare, abrazarla.... Pero notaba los ojos de los camareros fijos en nosotros. El que había traído los cafés, había servido a mis órdenes. Apreté más su mano. En sus pupilas temblaban las lágrimas reprimidas, cercadas por las nuevas razones que quería darme.

- ¡Pero Ada! -Objeté yo- Esto va más allá del cumplimiento, del deber. ¡Un hijo!

- ¡No me desharé de él! -Protestó rápida, con una energía que me sorprendió y me emocionó.

- ¡No! ¡Claro que no! -Respondí sorprendido.-Yo no quería decir eso.

Eso pareció tranquilizarla. Cerró los ojos. Un escalofrío la recorrió. La vida...

- Ada -Dije apretando una vez más su mano- Nada en este mundo, nada, me podría hacer tan feliz como un hijo nuestro. ¡Y claro que saldrá mi nombre a relucir! No va a ser un peso solo para tí. Nada, ¿entiendes? ¡Nada! me podría hacer más feliz.

Y ella suspiró y miró mi pecho condecorado, mis nuevos galones de comandante.

- Viene en el peor momento... -Lamentó.

Yo negué moviendo la cabeza.

- Nos casaremos, o lo que quieras tu, pero estaremos juntos... Yo estaré a tu lado...

Y bajó la vista.

Yo pensé en tí, como si todvía estuvieras vivo:
¿Cómo explicarte todo aquello? ¡Las cosas habían sucedido muy rápido! Imgino que ella pensaba lo mismo, no la culpes... Es más, estoy seguro de que sentía que aquella pequeña criatura que crecía en sus entrañas le llamaba "traidora" constantemente.

- ¡Yo también serví a sus ordenes, Comandante! - Dijo de pronto un segundo camarero, que nos trajo chocolatinas.

Aquello me descolocó. Solté su mano, me puse en pie ante el camarero-soldado, casi me cuadré. Desde la terraza del café se veía el mar, azul y sereno, brillante en aquella tarde.

- Es un honor haber contado con soldados tan valientes - Logré farfullarle poniéndome en pie y saludándolo.

Él sonrió satisfecho. Se merecía eso y más. Él y tantos que como él lo arriesgaban todo por los demás... Pero yo estaba incómodo. Ada trataba de no mirar. No sabía como cortar todo aquello. Tu si sabías. Te sobraban palabras amables, bromas, don de gentes...

Y de pronto vi nuestras vidas ajenas a nosotros mismos, como si no nos pertenecieran en absoluto, como si fueran una película y nosotros mudos espectadores que se ven a sí mismos haciendo lo que no quieren, viviendo lo que no quieren... ¡No puedo presumir de nada Sam, de nada! ¡Ninguna de las cosas qe han valido la pena en mi vida han sido mérito mío!
Todo fue edificándose sobre un terrerno que no me pertenecía, con unos mateiales que nunca fueron míos... Tú perdiste la vida, me condecoraron a mí. Tú moriste y tu esposa iba a parir un hijo mío.

El reloj de la plaza dio las dos. Ada me advirtió que era hora de irnos. Pedí la cuenta.

- ¡No, no Señor! La casa invita -Dijo el camarero con una amplia sonrisa.

Di las gracias y tomé a Ada de la mano, a pesar de que murmurarían seguro. Tu nombre aun palpitaba. El rápido consuelo de la viuda sería la comidilla de todos.




Pero me daba igual...Su mano en mi mano era pequeña. Y me sentí inmensamente feliz...Auqnue sí, te lo confieso, te lo reconozco: en medio de aquella dicha inefable, con aquel inmeso regalo entre las manos, no conseguí ahuyentar la sensación de que una tragedia se estaba tejiendo sobre mí.

¡Ada era tan hermosa!




Mientras caminábamos hacia el cuartel una leve brisa revolvía sus cabellos y dentro de su vientre crecía una parte de mí. A mitad de camino pare en seco, me puse frente a ella y le declaré:

- Quiero a ese niño, Ada, y te quiero a tí.

Y ella me miró.Y sonrió con infinita tristeza. Ella hubiera preferido mil veces que nuestro pequeño fuera tuyo. Es más, estoy seguro de que sólo me dijo lo del bebé por compromiso y ahora... ¡Ojalá hubiera sido un canalla! ¡Ojalá aquella tarde...! ¿Pero cómo iba a hacerlo?

- Debimos ser más precavidos -Se lamentó ella- Lo siento, David, lo siento de veras... Yo no quiero que todo est...

- ¡Shhhhhhh! -Le dije abrazándola.- Todo está bien, más que bien.

Y no lo dije por decir... Te aseguro que yo jamás quise hacerle daño... Te aseguro que mi intención fue cuidarla, hacela feliz...

Aunque ella sólo me respondiera entonces con una sonrisa, con aquella sonrisa congelada que siempre me incitaba a besarla.

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