12 marzo 2008


Cuando Nathán Yonathán nació en Kiev (era el año1923) hizo pocos méritos para ser considerado ucraniano, pues con apenas dos años vivía ya con su familia en Israel.
Estudió hebreo y literatura en la universidad de Tel-Aviv y se dedicó a la enseñanza. Fue también lector en la Universidad de Haifa y en el Lewinski Collage.
Carlos Morales lo incluye en "Coexistence", una antología de la poesía israelí —árabe y hebrea— contemporánea. En ella escribe:
"
Desde que abrazó al padre de un soldado árabe que yacía en el mismo cementerio que su hijo Lior, junto a otros muchos muertos de la guerra del Yom Kippur, Nathán Yonathán se ha convertido en una de las voces más activas y sensatas del pacifismo israelí. Su voz, hija del espíritu de los kibbutzim es, por lo demás, una de las más conocidas en el mundo de la poesía israelí contemporánea."
Estas son algunas de las cosas que dijo en una entrevista para la revista mexicana "La Jornada"

-Ante su ecuanimidad es necesario preguntarle, por ejemplo, ¿cómo ha conseguido establecer una dicotomía tan clara en la poesía contemporánea?

yonathan_nathan_6ha2-En tiempos dramáticos de la historia, y no hay pueblo que no los tenga, nuestro oído es más sensible a la poesía patética, y hay ahí mucho de autosacrificio. En ese momento no prestamos tanta atención a la poesía irónica, que también se escribe en ese y en todo instante. Hay épocas en que la situación es muy desilusionante, como los días que siguen a una revolución: todo se ve vacío de sentido, pálido y pobre frente a las grandes metas que se tenían horas antes. Entonces nuestro oído espera la ironía porque la necesitamos, pues de otra forma nuestra vida sería imposible. Queremos escuchar algo que justifique la posible desilusión social. ''Nos sentimos encerrados en ciertas situaciones". Eso es lo que dice el individuo, aunque la población entera no tenga el medio para expresarlo. Es lo que siente el poeta y lo manifiesta. Un individuo sí puede decir: no tengo camino. Si no existe esa salida, entonces parece que todo se justifica; es legítimo el sufrir y la desesperanza. Nadie puede culpar al poeta porque no tiene alternativa. La poesía patética, sin embargo, deja una opción: se puede luchar por la libertad o no hacerlo. La visión irónica, sin embargo, sólo cambia el punto de vista. Y creo que la poesía israelí contemporánea se mueve entre estos dos polos.

-En su obra, además del patetismo del que habla, hay una considerable dosis de esperanza, a juzgar por lo que nos ha llegado de su trabajo a México.

- Esperanza la hay en toda poesía. Un poeta amigo mío dice incluso que el proceso mismo de escribir es ya optimista. Aquel que no tiene esperanza no lee poesía y mucho menos la escribe. Aun la poesía en el límite del cinismo es una forma de la esperanza. A este sentimiento lo vestimos en ocasiones con el color de la mañana, pero no tiene por qué ser siempre así. No aparece cada día con el rostro sonriente. En la Biblia, dentro del Antiguo Testamento, particularmente en el Eclesiastés, el nombre de Di_s se menciona quizá sólo una vez. Y eso es en la Biblia, para remontarnos a un texto clásico. Aun en ese libro, en el que no se puede expresar mayor desesperanza, hay esperanza para el lector. Se encuentra ahí, pues, una fuerza vital, no sólo porque diga que existe un mañana.

- Es una forma muy singular de la espera, casi la disuelve.

- Precisamente el arte, desde mi óptica, no promete nada. No sabemos lo que habrá mañana. El arte es un proceso que se ejerce sólo en tiempo presente. Por eso es que vale como catarsis, porque liquida, saca o elimina fragmentos dolorosos que todos tenemos en la existencia. Los únicos que se encargan del mañana son los políticos: viven de las promesas que hacen a sus seguidores. La poesía, no, está aquí y ahora, en este momento, ya sea que la leas o la escribas. Digamos que el arte es la forma de vivir la esperanza ahora mismo. Si no se entiende a la expresión artística como un proceso digamos espiritual, no se puede hablar de esperanza. La poesía no es un panfleto, es una instantánea de la situación humana del momento. Y la única manera de vivirla es a partir del orgullo de saberse humano. El proceso a que me refiero implica entender desde el primer renglón hasta el último. Cuando en Crimen y castigo aparece Raskolnikov, a su lado se da el proceso de catarsis por parte del lector. A ese proceso espiritual me refiero, aunque quizá deba decir un camino de entendimiento.

- ¿La ironía es una forma de esperanza?

- No he dicho nada semejante, pero quizá es un concepto adecuado. Digamos que eso es un invento del individuo que descubrió su verdad en la vida y que le resulta mucho más compleja de lo pensado. Se preguntó a sí mismo ese sujeto: ¿cómo puedo vivir con esa terrible ambivalencia? Pues con la ironía, que le permite vivir con las contradicciones del mundo, hacerlas coexistir. La ironía en un invento contra la armonía. Mientras el hombre del Renacimiento descubrió la armonía, el hombre contemporáneo encontró como salida la ironía. Mientras la primera era la reconciliación de los opuestos, la segunda los deja tal cual y los evidencia.

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