20 marzo 2008

CALLE, MOCHILA, FAROLA...


De mi adolescencia recuerdo la calle, el peso de una mochila siempre repleta de libros, la luz de las farolas sobre el banco de piedra, el frio que hacia por las tardes, los dibujitos de las baldosas de la acera, el hambre que las pipas no lograban saciar, el bullicio de los niños que improvisaban partidos de fútbol en las plazas, y los besos anónimos de los primeros labios en los que busqué ternuras.

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