16 marzo 2008

De mañana...


De mañana los cepillos de dientes me contemplan

como niños que despiertan en un hogar desconocido.

Abandonada piel de vestimentas,

aves que fueron vaciadas de su vuelo.

Ninguna civilización luchó de tal manera con la muerte,

extremando detalles al grado de asuntos oficiales:

la huella de aire que dejó tu maltrecha sandalia,

el hueco de tu rostro en la almohada.

La vida eterna no comienza al nacer,

es consecuencia de la sumisión a complicadas reglas.

Incluso el sol no es sino un reflejo entre el día y la noche

y no lo llamen a su domicilio.

Para la voz del caracol del corazón que busca adormilarse

la casa se aproxima a la cocina,

busca consuelo en ese vaso que sobre la mesa abandonaste:

innegable vestigio del “había una vez...”

¿Qué dijo la cama, que atesora temblores del amor?

¿Qué es ese susurro?

Ven y aférrate a mí,

que soy escultura del aire.

2 comentarios:

Xoán Salgado dijo...

Non sei se será cousa miña pero non podo ver a fotografía que ilustra o seu post.

MAR dijo...

Eu vexo bén, pode ser que sexa cousa do internet.