Has trabajado mucho para mí.
Me has llevado al colegio y al médico.
Me has comprado ropa.
Incluso me dijiste que sólo por mi te casabas de nuevo.
No tengo reproches para hacerte.
O los tuve, y fuero muriendo olvidados en tus ausencias.
Porque, a la mañana, cuando abrÍa los ojos, tú ya no estabas. Porque, a la noche, el beso destinado a ti iba a parar a algun lugar incógnito, con el de la mañana, con el del mediodía...
Los domingos por la mañana íbamos a casa de los abuelos a comer. Entonces me cogías de la mano, y yo era feliz, aunque me hubiera gustado que me llevaras a caballito. Entrábamos en una papeleria y tu te comprabas La Vanguardia mientras que a mí me caía algun chiclé de menta o tiras de escubidú de colores para hacerme pulseras que nunca sabía como seguir.
Luego llegábamos a casa de los abuelos y ya te perdía de nuevo entre la familia. Los hombres haciaís el arroz. Las mujeres y los niños íbamos a misa.
Luego era la comida.
Luego el fútbol.
Y yo volvía a casa con mamá, exiliada de tí, pensando en que la semana que viene volvería a sentir tu manaza rodeando la mia, que me mirarías y me preguntarías:
Qué t´has portat bé, petita? Qué et mereixes un xiclet?
Este año te he comprado un CD del "Il Divo", que se que te lo pondrás en el coche cuando no soportes la radio esa que siempre escuchas. Otro año quiza tenga el valor de busar en mi misma esas caricias no dadas, esos besos reprimidos y un trozo de mi corazón tatuado a fuego con un "Perdoname papá, nunca llegué a ser la hija que tu hubieras querido"
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