14 febrero 2008

FAR WEST


Lo que más nos gustaba de pequeños, cuando los cinco primos nos juntábamos, era jugar a vaqueros.
Nuestro "Far West" era la plaza de delante de la casa de los abuelos, que entonces aun no había sido ultrajada con el asfalto de ahora.
Nuestras reglas, sencillas: Los indios eran malos, los vaqueros buenos, las chicas dulces e indefensas.
Era necesario conseguir caballos, la parte más ardua de la aventura, pues había que acechar los contenedores y estar al quite de cuando tiraban palos de escoba. Las fregonas eran el sumum: tenían cola.
Cuando buscábamos caballos, las diferencias indios-vaqueros se disipaban. Ya se sabe que la delincuencia crea nexos profundos entre individuos de orígenes variados.
Las armas eran más fáciles, sobre todo para los vaqueros: la mano cerrada con dos dedos extendidos, si se trataba de un revólver, el brazo entero si era un rifle. Las de los indios tenian mayor dosis de método stanislawsky: había que cerrar el puño izquierdo y con la mano derecha extraer una flecha de una aljaba imaginaria haciendo un rápido gesto de tensar arco y de hacerla volar mientras los labios pronunciaban un vuelo siniestro de proyectil. "ShhhhhhhSSSSSssssssssssssss".
Lissi siempre era la chica, porque solía llevar falda.

Jordi, el mayor de mis primos, era el sheriff, su hermano, Miquel el ayudante (Lloraba si queríamos que fuera indio) y mi hermano era el Jefe de la Tribu. Se llamaba "Lobo".

Yo, invariablemente era un indio "pielroja" por que era "Peliroja", pese a mi "rostro pálido".
Los índios éramos malos, y por tanto, perdíamos siempre.
Me gustaba jugar al Oeste, pero hubiera querido ganar alguna vez, ser la chica que ve triunfar la justicia y recibe un gran beso en los labios al final de la tarde, antes del bocadillo de nocilla...
¡Ay!

¡Nunca agradeceré lo suficiente a Kevin Kostner que haya hecho "Bailando con Lobos"!

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