09 febrero 2008

LA IAIA

La iaia Neus tenía un reloj muy viejo, que había sido de su padre. Ya no marcaba las horas, pero le servía para evocar las lejanas ternuras de un padre muerto.
Cuando yo la veía, aprovechando el silenco de la tarde para sacar el reloj y mimarlo, creía que era ella la Señora del Tiempo, la Guardiana ancestral de los minutos. Sólo si comía me permitía crecer.

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