14 febrero 2008

EL RECUERDO



Sé que mi hermano añora a mi padre. Aunque nada diga. Sobre todo esas tediosas tardes de domingo con fútbol.

Cuando hay bocinazos, banderas blaugrana al vuelo, petardos, cerveza y olivitas de esas negras de aragón (Si, de esas arrugadas que pintan mal y saben bien) y aunque grite GOOOOOOOL como un poseso.
Y no es soledad, sino nostalgia.
Iago tiene al lado a su propia familia: Toño, Adrià, Magda, Miquel, que sigue fiel a casa, Sabina, su mujer, que adora el futbol (Tenías razón, hoy el Boca le ha pegado a los Macabeos de Tel Aviv) y a Barak que se apunta a emocionarse en manada cada vez que el esférico se acercba a una u otra porteria ...
Pero papá no está, y su ausencia es un silencio molesto, un severo reproche.
Todos le sabemos sentado en otro lugar: La reunión paralela que como siempre se celebra en casa de la abuela. Como siempre, en el sofá e la salita, estarán papá, el tío Jordi, el primo homónimo y Josep, el marido de Lissi, Marc y los "Gemelos Sartre"...
Tal vez, querido Iago, sea el desarraigo el precio de la libertad, o tal vez es que las familias, tarde o temprano, se disgregan ...
Y sí: es duro ver como ya nada sigue igual, como la vida empuja hacia adelante y cómo de aquella infancia, buena o mala, sólo nos queda el recuerdo , frágil hilo que el menor mal puede cortar como una tijera...
¿Adrià nos añorará a nosotros quince años más tarde?

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