Aunque no venía a cuento, me imaginé desayunando con mi madre en la cocina, con mi padre ya en el trabajo y mi hermano, con horarios diferentes, camino al instituto: Naranjada, zanahoria rallada con yogur, un bocata de jamón para el cole y la cantinela de la tabla del nueve que jamás llegué a apenderme del todo.
Entre medio del nueve por tres dieciocho y del nueve por cinco cuarentaicinco, le explicaba cosas de lo que sucedía en clase, le preguntaba su opinión sobre aspectos importantes de la existencia humana y le contaba algún chiste, que siempre me reía, aunque no tuvier gracia...
¿Nueve por seis?
¡Con lo facil que es la del diez!
¿Y si la redondeamos?
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