- De acuerdo, te diré la verdad, odio la casa, el pueblo, las gentes que nos rodean, la forma de vida que has decidido que vivamos y todo lo que estoy respirando...
Lo decía poco a poco, con esa calma de mamá cuando regaña. Firme, seria pero sin alzar la voz, como escupiendo las palabras, como si las palabras fueran dardos.
Dardos envenenados.
La pared del cuarto era indiscreta y Sam doría menos de lo que ellos creían.
- Tú, mejor que nadie, conoces las circunstancias -replicaba papá- Sabes que hay una razon de seguridad para que tu y Sam vivaís aquí...y sabes que te basta pedir lo que precises: un libro, un disco, ¡Lo que sea!
- Sólo quiero un poco de libertad...
- ¡¡Ada, Ada...!! Esto no es gratuito... sabes que estás aquí por las amenazas... En la ciudad vuestra seguridad no está garantizada y que no podría perdonarme que os pasara algo a él o a tí... Lo sabes, o sabes!!!!
La voz de papá sonaba raro cuando hablaba así, precía que le hubieran contado un cuento de lobos y brujas... y parecía que se lo húbiera creído.Pero Samuel finalmente daba media vuelta y se dormía... A fin de cuentas mamá estaba con papá, asi que él no pasaría ningún miedo... Con mamá no se tenían pesadillas...
Apenas recordaba cómo era aquella vida que añoraba su mamá. La vida de ciudades grandes, de edificios inmensos, de miles de coches...
Y allí no se vivía tan mal...
Estaban los amigos, que Sam contaba con los dedos: José, Yoni, Sara, Miguel y los abuelos...
Y tambén los bichos: "Jatul", el gato , el perro "Sair", la vaca "Sira" , y las gallinas y los pollos , que no tenían nombre porque a la comida no se le pone ...
A veces papá salía en las Noticias.
Entonces lo mayores le hacán callar. Samuel sonreía a la tele viendo el amado rostro de su padre. A veces le costaba reconocerle, no por el uniforme, que estaba acostumbrado a verle vestido así, sino por la expresión de su cara, como si estuviera muy enfadado.
Una vez habló.
Había más hombres sentados. Discutieron... papá no era así cuando discutía con mamá... En un momento daba hasta miedo...
Entonces mamá se dio cuenta y se lo llevó a dormir.
- ¿Por qué dicen de papá que es duro y que lo pohibe todo? - Le preguntó Sam.
Era una de las pocas cosas que había entendido entre aquellas palabras tan raras que acariciaban sus oídos.
- Es lo que piensan esos hombres de papá - Explicó mamá mientras le tapaba con aquella colcha de colores que la abuela le había cosido.
- Pues llámales y diles que no es verdad... A mí sólo me prohibe una cosa: que juegue con su pistola.
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