27 enero 2009

UN PEQUEÑO CUENTO

Apenas recuerdo a mi abuelo, murió siendo yo muy pequeña. En mi memoria soy capaz de reproducir su voz, algo gutural, la melancolía de sus ojos y la fuerza con la que me estrechaba contra su pecho.
Cuando le preguntaba por qué tenía un número "tutuado" me estiraba de las trenzas y me prometía:
"Cuando mi niña crezca se lo explicaré todo, ahora te bastará saber que el 5 es por los libros de la Torah, que lo han escrito dos veces para que no me olvide, el tres es por los años que tú tienes y el 74 por los que tengo yo".
Ahora que la muerte se ha llevado a mi abuelo sé que en el más allá hay otros brazos que me esperan con un número impreso y sé que en este tiempo, mi tiempo, es mi gran honor y mi gran responsabilidad recordarles a todos.
Aunque no haya visto sus rostros.
Aunque no haya sentidos sus voces.
Aunque sus brazos no me hayan podido estrechar.

1 comentario:

Míriam dijo...

Emotivas palabras. Más que un cuento, un poema. Saludos.